Abril se nos escapa de las manos sin saldar con nosotros su
deuda primaveral. Apenas ha llovido en Las Tunas en una estación cuyas tórridas
temperaturas hacen pensar en el más ardiente de los veranos. Sin embargo, a
pesar de la sequía, abril cautiva al igual que su sucesor mayo, ese período en
el que homenajeamos a las madres y que no por gusto nombramos mes de las
flores.
Justamente, cuando ya mayo es certeza tocando a nuestra
puerta, escudriño en mi desván y encuentro una de mis primeras crónicas
radiales, escrita en el año 1993 a pocos meses de egresada de la universidad.
Esa crónica, realizada en el quinto mes del año, me la inspiró mi madre y
todavía conserva toda su vigencia, porque así siento en relación a la autora de
mis días. Ahora la dedico nuevamente a ella y a todas las progenitoras que por
esta fecha lean esta página de mi blog. Aquí va, con el título con que se
trasmitió hace más de 20 años...
“Hoy es especial decirte que te adoro”
No puedes
imaginar lo que siento cuando te nombro, pues todo se resume en ti. Tú eres mi
templo y coraza, de ti me nutro cada mañana y a ti retorno cada noche.
Todo sería tan
difícil si no existieras…. Desde que me enseñaste los primeros versos te
hiciste imprescindible, desde que me dijiste que los “zapatos de salir” no eran
para todos los días, me leíste los cuentos y me aclaraste las dudas de la vida.
A tu lado los
problemas son chicos porque tu palabra los desvanece, tu lógica es la más
natural del mundo y tu filosofía la que más admiro, declarándome, por tanto, su
seguidora fiel.
No puedo hacerte un
pedestal, Madre, porque, entre otras razones, se que no lo admites. Pero quiero
que sepas que en la cumbre de mis sentimientos está tu lugar. Está tu lugar
irremplazable, tu lugar eterno, porque eres mi pan y mi lectura obligada, mi
espada y mi flor…
Por la ternura que
has derramado en todos estos años y la fuerza que me imprimes cuando me creo
perdida, por los regaños oportunos y los sabios consejos, la cima es tuya,
Madre.
Es tuya y lo sabes
en cada beso, en cada secreto compartido, en cada esperanza renovada… Me alimentaste
desde las entrañas y aún lo sigues haciendo porque sólo tú logras alimentarme
el espíritu.
Hoy no es el único
día para quererte, para hacerlo no alcanzan los días en el año, pero hoy es
especial decirte que te adoro, repetirte, una vez más, que yo te amo, porque es
precisamente hoy, Madre, el día en que quiero que vuelvas a saberlo.
Me arrancaste las lágrimas...
ResponderEliminarDama, tus lagrimas enaltecen lo q escribí pues tú eres toda sensibilidad y lo demuestras a diario...abrazos.
EliminarComo siempre eres sentimiento y poesía bella Anybis.
ResponderEliminarGracias Eli, tus halagos son como un premio al provenir de una escritora... besos.
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