jueves, 30 de abril de 2015

Para los seres que mejor saben amar



Abril se nos escapa de las manos sin saldar con nosotros su deuda primaveral. Apenas ha llovido en Las Tunas en una estación cuyas tórridas temperaturas hacen pensar en el más ardiente de los veranos. Sin embargo, a pesar de la sequía, abril cautiva al igual que su sucesor mayo, ese período en el que homenajeamos a las madres y que no por gusto nombramos mes de las flores.
Justamente, cuando ya mayo es certeza tocando a nuestra puerta, escudriño en mi desván y encuentro una de mis primeras crónicas radiales, escrita en el año 1993 a pocos meses de egresada de la universidad. Esa crónica, realizada en el quinto mes del año, me la inspiró mi madre y todavía conserva toda su vigencia, porque así siento en relación a la autora de mis días. Ahora la dedico nuevamente a ella y a todas las progenitoras que por esta fecha lean esta página de mi blog. Aquí va, con el título con que se trasmitió hace más de 20 años...

“Hoy es especial decirte que te adoro”

     No puedes imaginar lo que siento cuando te nombro, pues todo se resume en ti. Tú eres mi templo y coraza, de ti me nutro cada mañana y a ti retorno cada noche.
    Todo sería tan difícil si no existieras…. Desde que me enseñaste los primeros versos te hiciste imprescindible, desde que me dijiste que los “zapatos de salir” no eran para todos los días, me leíste los cuentos y me aclaraste las dudas de la vida.
    A tu lado los problemas son chicos porque tu palabra los desvanece, tu lógica es la más natural del mundo y tu filosofía la que más admiro, declarándome, por tanto, su seguidora fiel.
   No puedo hacerte un pedestal, Madre, porque, entre otras razones, se que no lo admites. Pero quiero que sepas que en la cumbre de mis sentimientos está tu lugar. Está tu lugar irremplazable, tu lugar eterno, porque eres mi pan y mi lectura obligada, mi espada y mi flor…
   Por la ternura que has derramado en todos estos años y la fuerza que me imprimes cuando me creo perdida, por los regaños oportunos y los sabios consejos, la cima es tuya, Madre.
   Es tuya y lo sabes en cada beso, en cada secreto compartido, en cada esperanza renovada… Me alimentaste desde las entrañas y aún lo sigues haciendo porque sólo tú logras alimentarme el espíritu.
   Hoy no es el único día para quererte, para hacerlo no alcanzan los días en el año, pero hoy es especial decirte que te adoro, repetirte, una vez más, que yo te amo, porque es precisamente hoy, Madre, el día en que quiero que vuelvas a saberlo.